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PRESENTACIÓN



TOPOLOGÍA EN EXTENSIÓN DE BUENOS AIRES


Asociación que promueve la lógica y la topología necesarias
para la lectura de Freud y Lacan





Lacan en quinientas palabras

            

    Freud ha escrito una obra reunida en diecisiete volúmenes entre 1942 y 1952, en su lengua original, titulados Gesammelte Werke.

    Lacan ha sostenido un seminario hablado, en francés, durante 27 años cuya transcripción presenta algunas dificultades como en el tiempo de Homero para su obra poética hablada en lengua griega. El doctor Lacan también ha publicado Escritos reunidos en dos volúmenes y ha introducido una escritura matemática, conjuntista y topológica lo que quiere decir no-métrica, para tratar la Lógica necesaria a la razón del psicoanálisis. 

    Por estos hechos, a un lector apresurado le parece que el psicoanálisis según Freud es diferente del psicoanálisis según Lacan. Pero es desconocer que una lengua hablada se distingue, cuando ella también está escrita, de esa lengua literal, como lo muestra y lo subraya Dante en su ensayo titulado: "De la elocuencia en lengua vulgar". Pero ocurre también que esas dos lenguas son una sola y misma lengua para el locutor, se trata de su lengua.

    No hay entonces más que un solo y único psicoanálisis que presenta una estructura difícil a su sujeto. El psicoanálisis descubre esta estructura involutiva de la identidad y de la diferencia en el lenguaje a partir del narcisismo (Freud 1914) que consiste en coordinar dos experiencias simultáneas y contrarias de su propio cuerpo, una extrínseca tal como es visto en un espejo, la otra intrínseca tal que el sujeto permanece solidario de ese cuerpo (Lacan 1932).    

    De allí viene la dificultad de la lectura, siempre, para el sujeto del lenguaje, constituido por lo simbólico, que cree pensar. Esta ilusión puede llegar, en la psicosis, hasta la incapacidad de la lectura y la detestación odiosa de lo simbólico que constituye la lengua y puede conducir al crimen paranoico que intenta destruir lo simbólico en la masacre del cuerpo de su víctima.

    Crimen cuyo objetivo imposible queda, por su violencia, para el sujeto mismo cuando se le pide cuentas, inexplicable sin la la doctrina de Freud y de Lacan. Más aún, para quien rehúsa reconocer esa estructura y prefiere someterse como un sonámbulo a la fatalidad mientras que el psicoanálisis es contemporáneo de los primeros crímenes paranoicos de masa en el siglo veinte y que eso continúa en el terror global promovido por la civilización del occire (matar) de los occidentados.

    El doctor Lacan dice que debemos este esclarecimiento a Freud, y de él mismo que no ha buscado más que ser lógico. Queda, así, el clínico y el lógico que sobresale en este siglo vano. El estudio de Lacan es vuelto más accesible desde el punto de vista lógico, pero se presenta como mas árido por ese hecho, pues exige una práctica de "esta matemática dialéctica con la cual habrá que familiarizarse" escrita en álgebra de Boole y en topología de variedades : grafos, superficies y nudos, lugar donde se juntan escritura y Palabra.

    Los dibujos topológicos de los que dispongo, testimonian de esta práctica por Lacan, en el camino de esas explicaciones esclarecedoras, hasta los últimos años de su vida, de los cuales cualquiera - incluso el paranoico - puede instruirse.

                 


  Jean Michel Vappereau
Balvanera, Buenos Aires / 24 de mayo de 2015

Traducción: Paula Hochman Vappereau





Estructura elemental de la función paterna

en homenaje a Claude Lévi-Strauss

 


    El trauma de fondo, el agujero real, puesto que nos constituye, la Urverdrang en Freud, no podemos pensarlo, ya que estamos adentro.

    Lacan ha esperado su última lección del seminario en Paris para definirlo en tanto que malentendido de los padres: "Ellos no se oyen gritar", justo antes de partir a Caracas y luego callarse, silencio definitivo.  

    Algunos años antes, propuso su escritura con la Recta Infinita (Droite Infinie) que él designa como: la D.I., desde su conferencia en Roma intitulada: "La tercera". La ha retomado más tarde en el seminario para precisarla como sinthome. El síntoma es un antiguo sistema de producción, acá la escritura antigua: sinthome, con letras latinas, que sobrevive en el nuevo sistema (Marx), en la época donde se ha insuflado las letras griegas en la escritura de la lengua, en francés: symptôme, ahora.
    Lacan nos indica que según G. Desargues, esta recta infinita puede cerrarse en círculo. Se trata de la recta acabada por la adjunción de un elemento, un objeto matemático, una letra, que compactifica la recta inacabada si ella es localmente compacta.
    El círculo consecuente, un redondel, una aureola con la cual el sujeto no sabe qué hacer, su inconsciente que le queda incluso si se ejercita en gozar del descifrado cuando, al contrario, él lo enarbola como rasgo distintivo del santo hombre.
    Peter Brown nos habla del culto de ese santo hombre, supervivencia en la antigüedad tardía en medio oriente, del patrón romano, asociado al culto de las reliquias, pedazos de cuerpo que se venera, puesto en acto en el psicoanálisis, su objeto nombrado: a.

   

    El infinito no está lejos, podemos acercarlo al lugar de la visión con el punto de distancia situado al lado del cuadro, para aprender a leer este cuadro, como especialmente las Meninas de Velázquez, el cuadro de los cuadros, donde el pintor juega en dos puntos de vista, dos posiciones de la mirada, dividiendo al sujeto. Como los Embajadores de Holbein donde el agujero vuelve en el cuadro mismo, un ocelo, punktitud puntiforme, que intriga al sujeto, la muerte. Es el retorno de la parte perdida del vel de la alienación que retorna en velle en la separación. Un lazo absoluto, la repetición, establece la relación al objeto del deseo. Desconocerlo, no reconocerlo, oblitera toda clínica del psicoanálisis digna de ese nombre.


    Nos es preciso, entonces, distinguir del trauma el tiempo de la incorporación descubriendo la función de los incorporales por los cuales el lenguaje se ciñe al cuerpo. Trauma e incorporación están articulados en el narcisismo de Freud. La dimensión imperativa de la autoridad de la Palabra, de la potencia, la función imaginaria del falo simbólico abre el acceso a la función paterna que se distingue de ella. No importa quién, debe poder ser padre pero lo que él dice no debe estar « cocido con hilo blanco », eso no debe « correr por las calles ».

 



Para C. Lévi Strauss o la estructura del fonema

    

    Las seis lecciones de R. Jakobson, dadas en 1942, en New York, permanecen como una joyita1, referidas al sonido y el sentido y donde podemos leer cómo Claude devino Lévi-Strauss.
    El mitema,  elemento diferencial último que permite el comentario de los mitos al fin embalsamados en la dignidad que ellos esperaban, queda ejemplar del pensamiento salvaje y de la modernidad que no debe nada ni al vitalismo (biotecnología) ni al mecanismo (pixeltecnología) en boga tan vaga hoy en la ideología neo-tatchero-reganista, pero que los anuda.  
    Ahora bien, el temor de Claude Lévi-Strauss de favorecer el error ilusorio del sueño europeo, la tabla rasa, totalizante, que conducen, por reacción, a atarse a los valores de la lengua supuestos divinos o naturales, se realiza a falta de un análisis más amplio y más específico del lenguaje y de su estructura. Acá ese temor debería conducir hoy a reconstituir la modernidad borrada. Olvido que se esclarece en el discurso del análisis freudiano, sobre la base fonológica precisa de los incorporales, del rasgo unario (Einziger zung), de la letrita minúscula: objeto matemático, de la intuición, si queremos continuar llamándolo por ese nombre a condición de limpiarla de todo imaginario. La legibilidad, la lectura hasta el Nombre-del-padre de la Diología de los Padres y hasta la función del Sujeto supuesto saber de la teología, Dios de los eruditos y de los filósofos.
    Desconocimiento, común desde esta época, de la necesidad del comentario crítico del signo saussuriano, anunciado por Marcel Duchamp más que por André Breton y cumplido por Jacques Lacan. Siguiendo el esbozo de una involución silenciosa, tan poco leída incluso por sus propios solteros, que no son los únicos en "ser chocolate" hoy.


    Ahora bien, Claude Lévi-Strauss ha despejado la función del significante del Nombre-del-padre en etnología, pero a pesar de su genio, su coraje ejemplar, queda como un estratega político bastante débil, como lo muestran los efectos de sus discursos en la Unesco. "Raza e historia" en 1952, "Raza y cultura" en 1971 son el testimonio de una tragedia para nuestro tiempo.


    En la primera de sus conferencias, el lenguaje, el fonema, dan la razón de la selección, de la diferencia de las razas de cereales, de animales, hasta las razas del mamífero que soporta el sujeto del lenguaje él mismo, rediseñando el mundo para transformarlo. Ellas son productos banales de esta desviación (trieb en la lengua de Freud), de la segregación de la cual nosotros tenemos la responsabilidad que no es solamente ecológica (versión política débil como todo lo que puede hacer el sujeto de esta civilización retardataria respecto de ella misma).
    El personal de la Unesco encontró allí la materia a trabajar para intervenir en el mundo contra las exclusiones, los conflictos, las guerras, luchando eficazmente contra las razones del racismo afirmadas usualmente como divinas o naturales. Ese fue un éxito para los veinte años que siguieron.
    En la segunda conferencia que le fue pedida durante una jubilación bien merecida, Lévi-Strauss explica en cambio que existen particularismos etnológicos imposibles de borrar, de suprimir, a tal punto excepcionales para el sujeto. Todos han creído en una renuncia, una desmentida, creyendo entender un discurso reaccionario comparado al precedente. El rumor se apoderó de ello, Lévi-Strauss acababa de entrar a la Academia Francesa, un "entierro de primera clase" se ha dicho.
    Esa gente lagrimeaba en los pasillos después de haberlo escuchado, cuando se trata, en el dominio de las naciones, de las nacionalidades, de los nacionalismos, pero también de las ciudades, de las iglesias, de los barrios, de las familias, de los clanes, de las mafias... de no desconocer ya los hechos, para luchar en contra y producir consecuencias eficaces, incluso si ellos nos sorprenden, pareciendo sin razón.


    Lacan, en esa materia gran estratega, pero denigrado, incluso timado por los suyos, ha resuelto esta dificultad para nosotros, no dando, a los psicoanalistas de nuestra época, su seminario sobre « los Nombres del padre "2, en 1964. Más tarde tal vez, nuevas generaciones, una sospecha, un poco, una huella leve, vendrán.
    "Tratamiento de caballo" para una civilización abyecta, su resolución no puede serle dada como lo ha creído C. Lévi-Strauss con su generosidad y el coraje de disgustar. Nos es preciso desde entonces ir a buscarla, cada uno. Es la tarea analizante, pasar las entrevistas preliminares hasta la escansión de un pase, en el curso de otros tramos de análisis si el sujeto lo encuentra él mismo necesario. Entonces por qué esta escalada de la sumisión, de la ignorancia y de la tontería mantenidas por esa gente que pretenden sentarse sobre el saber en provecho de una verdad de la cual ignoran el aspecto de parada imaginaria etológica, en lugar de la única autoridad que valga, la del autor en su vida cotidiana.
    Si quieren saber dónde pueden deslizarse los nombres del padre en cada caso diferente, lean el "Manual de etnología" de Marcel Mauss. Encontrarán allí esos múltiples lugares y detalles donde se inmiscuyen por el hecho del decir de la madre. Manera de comer, de lavarse, de dormir, de caminar, de andar en bicicleta, de nadar, de bailar, de tocar música, de hacer el amor, hablar, leer, trabajar, escribir... hasta el derecho y la justicia.
    Esta tarea está abierta a cada uno, ella no debe "ser reservada a algunos", que todos no tengan que cumplirla, incluso si están interesados en ella desde lo más íntimo a lo más colectivo, no es necesario. Es sin importancia, los efectos reales del psicoanálisis son imprevisibles. No hay todos, no hay totalidad en estas técnicas del cuerpo en el lenguaje.
    Cada uno decide y se encuentra concernido, eso alcanza. No hay lugar para hacer clientela, en nuestra condición donde el crimen Paranoico singular ha pasado al crimen de masas (años 40-45).


    Lo cual no es una razón para no decirlo, no escribirlo, todos que no hay, no lo leerán, sólo algunos eso alcanza, favoreciendo el porvenir.



Jean Michel Vappereau

Buenos Aires, 6 de marzo de 2010


Traducción : Paula Vappereau Hochman



1 Roman Jakobson Six leçons sur le son et le sens, Édition de Minuit, 1976 Paris

2 J. Lacan "La méprise du sujet supposé savoir" p.337

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